EDUARDO CABALLERO DE PUGA (1847-1943)
Eduardo Caballero de Puga se
inició en la logia Fraternidad Ibérica nº 1 del Gran Oriente
Ibero en 1869 o 1870 en Madrid. Una parte de esta Obediencia se
fusionó en 1873 con el Gran Oriente Nacional de España, entre ellos,
la mayor parte de la Fraternidad, incluido su Venerable Aureliano
Prado y el Caballero Rosa Cruz, E. Caballero de Puga, simbólico
Moreto, los cuales constituyeron la logia Fraternidad Ibérica
nº 15, del Gran Oriente Nacional de España [GONE]. El mismo año 1873
ya era grado 30, en 1874 grado 32 y en 1876 grado 33. Precisamente
este año, tras la muerte de Ramón María Calatrava, Gran Maestre del
GONE, obtuvo el puesto de Gran Secretario en el Supremo Consejo y Gran
Cámara de Ritos, máximo organismo del GONE (Archivo Histórico Nacional
Salamanca, Masonería, Legajo 161/3).
De su labor como escritor
destacan sus obras de carácter masónico. Ritual escocés del
aprendiz francmasón, Madrid, 1883. Ritual escocés y francés
seguida en España y sus provincias de Ultramar, Madrid, 1894.
Ritual escocés del compañero francmasón seguido de la historia de la
francmasonería hasta 1717 y de
la Jurisprudencia francmasónica,
Madrid, 1888. Ritual escocés del Maestro francmasón seguido de la
historia de la
Francmasonería desde 1717 hasta 1880,
Madrid, 1888. Ritual escocés de los grados capitulares del 4º al
18º, sin fecha. Francmasonería femenina. Rito de Adopción o de
señoras, Madrid, 1892. Rito de Adopción o de señoras. Grado
primero, Madrid, 1892. Memoria que de su delegación en el
Congreso Internacional Francmasónico celebrado en París los dias 16 y
17 de julio de 1889, presentó el hermano E. Caballero de Puga.
Madrid, 1889. Calendario y Mapa masónico para 1884, Madrid,
1883. Datos biográficos del sexto Gran Maestre del Grande Oriente
Nacional de España, Madrid, 1883. España ante las consecuencias
económicas de la guerra, sin fecha. Marruecos: Política e
intereses de España en este Imperio, Madrid, 1907.
Fue partidario de respetar lo
esencial de las Constituciones de Anderson. Por ejemplo, fue decidido
partidario de continuar con la obligación de reconocer la existencia
de un Ser Supremo. En numerosas ocasiones dirá Caballero de Puga, que
“el Gran Oriente Nacional de España ni abandona ni puede abandonar la
sanción masónica que le da la invocación del Gran Arquitecto del
Universo”. Siempre fue partidario de que en los talleres no se
permitieran las discusiones sobre política o religión, así como de
permanecer en todo momento dentro de la legalidad, de ahí que una de
sus máximas aspiraciones fuese la de conseguir la legalización del
GONE, lo que logró en 1889. En su Ritual del maestro francmasón dirá
que los francmasones deben trabajar para que a la masonería “se la
admita en la vida del país como una Asociación que, ateniéndose
estrictamente a las leyes de la nación en que vive, y apartándose por
completo de toda lucha política o religiosa se dedica a trabajar en
pro del perfeccionamiento humano, siendo sus medios la instrucción, la
beneficencia y el auxilio mutuo de todos sus asociados, entre los
cuales caben cuantos quieran rendir a la verdad y a la virtud un culto
fervoroso”.
En numerosos escritos, Caballero de
Puga reivindicó para la masonería la lucha por construir un país
próspero, libre, en el que reinase la tolerancia: “Las logias fueron
... el plantel de la inmensa mayoría de los hombres que han sido en
nuestra patria los iniciadores de todo progreso y los realizadores de
todos sus adelantos. La francmasonería con su elevada doctrina, ha
conseguido... que por el constante y fraternal trato en las logias, se
guarden los hombres de distintas opiniones, los respetos que a cada
cual le son debidos, realizando así la verdadera libertad de
pensamiento”.
Una de las críticas que con
mayor frecuencia hacia Caballero de Puga a los Grandes Orientes
rivales y, especialmente, al Gran Oriente de España, era la de haberse
convertido en órganos totalmente dependientes de determinados partidos
políticos; “Las diferencias que condujeron a la escisión respecto del
Gran de Oriente legítimo fue la resolución de éste de no percibir
subvenciones y, sobre todo, la de no seguir dando a la Masonería
Española carácter político ni religioso, convirtiendo el Gran Oriente
y las logias en círculos ministeriales o clubs revolucionarios, con
puntas de cismáticos”.
No es de extrañar, por tanto,
las criticas a los nombramientos como Grandes Maestres del Gran
Oriente de España de importantes personalidades de la política
española como Sagasta o Ruiz Zorrilla, del que dice Caballero de Puga
«que jamás había sido masón» y gracias a esos nombramientos «el Gran
Oriente de España tuvo influencia en los sucesos de la época, y aún
salieron muchas veces de sus Logias y Capítulos manifestaciones
públicas y mociones parlamentarias».
Extractado de: Francisco Márquez
Santos, “Eduardo Caballero de Puga y la masonería liberal-moderada”,
en J. A. Ferrer Benimeli (coord.), La Masonería en la España del
siglo XIX. II Symposium de Metodología aplicada a la Historia de la
Masonería Española, Valladolid, 1987, Vol. II, pp. 649-655.
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